En algunas regiones de América del Norte y del Ártico, las piedras han sido desgastadas por las pezuñas de las incontables generaciones de caribúes que han seguido la misma ruta durante los viajes migratorios que realizan dos veces al año. El caribú, pariente cercano del reno europeo, viaja al sur en invierno, a los bosques de coníferas de Canadá y Alaska. Ahí, estos animales cavan en la nieve en busca de hongos, musgo y líquenes. Cada caribú come unos 5 kg de comida al día. Al principio de la primavera, las manadas se desplazan con lentitud de regreso al norte, siguiendo rutas establecidas, hasta llegar a la tundra. Una sola manada puede tener miles de miembros, que a veces viajan formados en una fila donde las hembras ubicadas al frente están separadas unos 240 km del macho dominante que va en la retaguardia. Toda la manada tarda varias semanas en cruzar un terreno congelado.
El corto verano de la tundra representa para las manadas una pastura suculenta aunque existan algunos osos, lobos y águilas que ataquen. Poco después de su llegada, cuando se encuentran en condiciones de seguridad, las hembras paren a sus cachorros. A mediados del verano, éstos son destetados y las manadas se dispersan en la tundra para alimentarse de los nuevos brotes. Al final del celo de otoño, los caribúes inician su largo viaje hacia el sur, donde pasarán el invierno
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